Centro Histórico de Quito


San Francisco de Quito es la capital más antigua de todas las capitales de los países suramericanos. Está rodeada por montañas, algunas de las cuales son volcanes y nevados. Es reconocida mundialmente por sus templos y conventos que son verdaderos museos en los cuales se puede ver piezas maestras de la Escuela Quiteña de escultura y tallados de madera, lo cual ha hecho que Quito merezca el nombre de "Florencia de América". En 1978 la UNESCO la declaró como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Se sabe que el área hoy ocupada por Quito estuvo poblada por lo menos desde el año 1400 a. C. por una nación de indígenas nómadas llamados los Quitus - Caras. En épocas preincaicas la importancia de Quito se basaba más en su ubicación estratégica que en su status político. Fue centro de unión de las rutas entre los principales poblados de la zona y por lo tanto era el eje de un intenso intercambio comercial.
La conquista inca del área ocupada por el actual Ecuador fue iniciada por Topa Inca Yupanqui, hijo de Pachacutec fundador del imperio incaico. Y fue Huayna Capac, hijo del primero, el primer inca que estableció su residencia en tierras ecuatorianas en Tomebamba, la actual Cuenca.

En el momento de la llegada de los españoles al Tahuantinsuyo, el imperio inca se encontraba en plena guerra civil provocada por la pugna de poder entre Atahualpa y su hermano Huascar. El primero defendía su hegemonía desde Quito, el segundo desde Cuzco. Atahualpa resultó vencedor e hizo asesinar a su hermano; sin embargo, en 1533 Atahualpa fue capturado y asesinado por los españoles. La conquista española de los Andes septentrionales fue motivada principalmente por el rumor de que en Quito se encontraba el tesoro de Atahualpa. Se forman dos expediciones en su búsqueda: la de Pedro de Alvarado, a través de la cordillera occidental, y la de Sebastián de Ven alcázar. Fue este último el que consiguió llegar primero y quien el 6 de diciembre de 1534 fundó la ciudad de San Francisco de Quito sobre las cenizas de la Quito indígena incendiada por el General Inca Rumiñahui con el objeto de que los españoles no encontraran nada a su llegada.

La ciudad colonial se cubrió de gloria gracias al esplendor de su arte, al adelanto de su cultura, a su afán misionero y al amor por la libertad. Enriquecida por la explotación minera y la producción textil, pudo construir templos barrocos y mudéjares adaptados con originalidad al ambiente local y los ornamentó con gran profusión de pinturas y tallas que forman un mundo mágico, de innegable valor didáctico religioso. Fue la época de la afamada Escuela Quiteña, obra del mestizaje indio y español. A inicios del siglo XVII, la ciudad adoptó un estilo monumental con la construcción, por varias misiones Católicas, de los templos impresionantes de San Francisco, La Compañía, Santo Domingo, La Catedral y San Agustín.

Los acontecimientos principales durante este período ocurrieron alrededor de estos templos, que ayudaron a promover la religiosidad entre la gente.


El Centro Histórico de Quito ha sido desde hace cuatro siglos, el espacio de mayor importancia simbólica de la nación ecuatoriana. El deterioro de este maravilloso lugar empezó en 1930, cuando el traslado de la residencia de los habitantes del Centro hacia nuevos lugares en el norte, hizo que muchas edificaciones del centro histórico quedaran abandonadas para ser posteriormente habitadas por pobladores pobres y emigrantes del campo.

Caminar por el Centro Histórico de Quito en la actualidad, ahora que ha sido recuperado casi por completo, se ha convertido nuevamente en una experiencia muy placentera. En la Plaza de la Independencia (también llamada Plaza Grande) se encuentra el Palacio de Carondelet, que es la sede de la Presidencia de la República.

La iglesia de La Catedral es uno de los símbolos religiosos de grandes características y valor espiritual. Este templo inició su edificación en 1562, diecisiete años después de que el obispado de Quito fuera creado (1545). La construcción de la iglesia culminó en 1806, por obra del Presidente de la Audiencia el Barón Héctor de Carondelet. En esta iglesia se encuentran sepultados los restos del Mariscal Antonio José de Sucre.