ELECCIONES EN PARAGUAY



Fernando Lugo de 56 años, acabó con 61 años de hegemonía en el poder del Partido Colorado al obtener el 40,82 por ciento de los votos frente a los 30,72 por ciento de la oficialista, Blanca Ovelar, y los 21,98 del general retirado Lino Oviedo, de un partido escindido del oficialismo.
Lugo, al frente de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), liderado por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA, centroderecha), e integrado por una treintena de grupos sociales, sindicales y de izquierda logró quebrar la hegemonía del partido más antiguo en el ejercicio del poder en América Latina.

El actual presidente, Nicanor Duarte Frutos, perteneciente al partido Colorado estaba impedido por la Constitución en postularse para la reelección. Blanca Ovelar, de su misma corriente Movimiento Progresista Colorado, resultó candidata del oficialismo mediante unas primarias en las que resultó derrotado Luis Castiglioni el vicepresidente del propio Duarte.

La oposición muy débil y fragmentada desde la restauración democrática con la caída del dictador Alfredo Strossner en 1989, ha repuntado especialmente a partir de las elecciones anteriores de 2003, en la cual los colorados obtuvieron menos del 40% de los votos, perdiendo por primera vez la mayoría absoluta. La transición a la democracia tras la dictadura del general Alfredo Stroessner, quien se mantuvo en el poder hasta 1989, cuando terminaron 35 años de dictadura, fue dirigida por el Partido Colorado, surgido de la anterior Asociación Nacional Republicana (ANR).

Fernando Lugo, exobispo católico, (renunció a ser obispo en 2006) enarbola la bandera del cambio, con una ideología cercana a la Teología de la Liberación. Consiguió el apoyo del segundo partido del país: Partido Liberal Radical Auténtico de tendencia socioliberal, que junto a otras formaciones centristas e izquierdistas conforman la plataforma electoral, Alianza Patriota para el Cambio.

Entre sus promesas figuran numerosas reformas como la agraria y el objetivo de dotar de mayor autonomía e independencia al poder judicial, que considera que está "atrapado" por el Ejecutivo, el cual a su vez "está atrapado en el económico", y éste permanece "atrapado por la mafia". Lugo aseguró que no va detrás del poder ni del dinero, sino que quiere hacer una "política seria, diferente y que no caiga en los mismos errores de siempre" Considera que ese gran cambio se producirá "mediante una transición transparente, pacífica, abierta al diálogo, serena y madura”.